Los historiadores –que han seguido el rastro de los botones hasta el siglo XV– creen que la diferencia textil de género se debe a las sirvientas. Eran las que vestían a las mujeres que se podían costear ropa con botones. Solían ser diestras, así que el ojal en el lado derecho (si lo mira quien la lleva puesta) les facilitaba la tarea, apunta Ramón Piqué en el libro Vestimenta y protocolo. “Otra teoría – añade Pilar Muiños, directora de la Escuela Internacional de Protocolo de Galicia– sugiere que es para facilitar el hecho de desabrocharse la camisa con una sola mano para dar de mamar a los hijos”. Incluso hay quien remite a la lucha por la igualdad femenina. “No les dejaban utilizar ropa parecida a la de los hombres, así que encontraron la manera de hacerlo cambiando el sentido de la botonadura”, concluye Muiños.

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