La primera peculiaridad es que cada cual se hace su propio féretro, sólo en el caso de personas muy mayores o enfermas, será un pariente o alguien allegado quien se encargue de esa tarea.
La segunda es que, una vez fallecido, se introduce el cadáver en su féretro en posición fetal, lo que le provoca numerosas fracturas óseas, y es trasladado a los cercanos acantilados, donde se encuentran numerosas cuevas en cuyo interior se van apilando por cientos en algunas ocasiones.
Los indígenas de la zona no entierran a sus muertos porque consideran que los espíritus deben ser capaces de vagar libremente; enterrar un alma en la tierra supone un obstáculo para el espíritu.
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Fuentes:
www.aquiestuveayer.com
es.wikipedia.org
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