-Por cierto, señor, la puerta de su cuartel está abierta.
El hombre no entendió el comentario; no obstante, al poco rato se dio cuenta de que la bragueta de sus pantalones estaba abierta. Al hombre le hizo gracia la manera en la que su secretaria se había referido al pequeño incidente y decidió aprovechar la oportunidad para coquetear un poco, por lo que la llamó a su oficina:
-Dígame, señorita, ¿cuando vio que la puerta de mi cuartel estaba abierta, por casualidad no vio también a un soldado en posición de firme?
-¡Oh, no, señor! Lo único que vi fue un veterano de guerra sin fuerzas echado entre dos viejas mochilas de campaña.
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