sábado, 23 de mayo de 2009

EL PADRE SUSTITUTO

Una pareja llevaba muchos años de matrimonio y no había logrado tener familia. Tras consultar a varios doctores, sin éxito, fueron a ver a un especialista muy renombrado, quien, tras muchos estudios, les dijo que la única solución era que buscaran un padre sustituto.

-¿Y qué es un padre sustituto? -preguntó la señora-.

-Es un hombre seleccionado con mucho cuidado y que hace, por una sóla vez, las funciones del esposo para que la mujer quede embarazada.

La señora vaciló un poco, pero su marido le dijo al doctor que él no tenía ningún inconveniente con tal de ver realizada su ilusión de convertirse en padre. Pocos días después, se contrató a un joven y se concertó una cita para que, el siguiente domingo por la mañana, cuando se ausentara el marido de la casa, visitase a la señora para cumplir su tarea.

Sin embargo, sucedió que un fotógrafo de niños había sido llamado a una casa vecina para retratar a un bebé. Por caprichos del azar, el hombre se equivocó de domicilio y llegó al de la señora:

-Buenos días, señora, vengo por lo del niño.

-Sí, pase usted. ¿Quiere tomar algo?

-No, muchas gracias, el alcohol no es bueno para mi trabajo. Lo que quisiera es comenzar cuanto antes.

-Muy bien, ¿le parece si vamos a la habitación?

-Puede ser allí, pero también me gustaría una aquí, en la sala, dos en la alfombra y otra en el jardín.

-¿Pues cuántos van a ser? -se alarmó la señora-.

-Ordinariamente son cinco en cada sesión, pero si la mamá coopera pueden ser más, todo depende -dijo, mientras sacaba del portafolios un álbum-. Me gustaría que viera antes algo de lo que he hecho. Tengo una técnica muy especial y única que le ha gustado mucho a mis clientas. Por ejemplo, mire el retrato de este niño tan bonito: lo hice en un parque público, a plena luz del día. ¡Cómo se juntó la gente para verme trabajar! Esa vez me ayudaron dos amigos, porque la señora era muy exigente: con nada le podía yo dar gusto y quedarle bien. Para colmo, esa vez tuve que suspender el trabajo porque llegó una ardilla y comenzó a mordisquearme el equipo.

La señora, estupefacta, escuchaba todo esto mientras el fotógrafo continuaba:

-Ahora vea estos mellizos. En esa ocasión sí que me lucí, todo lo hice en menos de cinco minutos: llegué y ¡paf!, dos tomas y mire los gemelos que me salieron.

La señora estaba cada vez más asustada oyendo al fotógrafo, que continuaba:

-Con este niño batallé un poco más, porque la mamá era muy nerviosa. Yo le dije: "Mire, señora, usted mire hacia otro lado y déjeme hacer todo a mí". Ella se dio la vuelta, y así pude yo hacer mejor mi trabajo.

A esta altura, la señora estaba a punto del desmayo. El fotógrafo, guardando su álbum, le dijo:

-¿Quiere que comencemos ya, señora?

-Cuando usted diga.

-Está bien, voy a por mi trípode.

-¿Trípode? -preguntó, temblando, la señora-.

-Sí -respondió tranquilamente el fotógrafo-, es que, ¿sabe usted?, mi aparato es muy grande y necesito un trípode para apoyarlo y estabilizarlo, porque ni con las dos manos puedo sostenerlo bien... ¿Señora? ¿Señora? ¡Señoraaaaa!

Via El Blog del Buen Humor

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